Giorgio Vasari, autor de Le Vite de’ piú eccellenti architetti, pittori, et scultori italiani, da Cimabue, insino a’ tempi nostri, título que, por evidente economía temporal, se abrevia como Las Vidas, no consideró oportuno crear un capítulo para Giulio Clovio, pero, al final de la vida de Sebastiano Veneziano (más conocido como Sebastiano del Piombo) puede leerse lo siguiente:

“Es cierto que, por su conversación, su muerte dolió a muchos amigos y algunos artífices, sobre todo al miniaturista don Giulio Corvatto, quien hizo ante el Reverendísimo Farnese muchas ilustres obras miniadas, las cuales se pueden colocar entre los milagros que se ven hoy en el mundo en esa profesión, como da fe una obra con historias, divinas por su colorido y dibujo, que sus manos llevaron a cabo y trabajaron perfectamente. Si los antiguos romanos vieran dichas obras, confesarían haber sido derrotados por la finura y belleza de éstas. Por lo que, si la gracia de Dios le concede la vida que se espera, realizará en su trabajo obras de considerarse entre las maravillas de este siglo.”

En nota aparte se recoge lo que sigue: Jurai Klovic, es decir, Giorgio Clovio, que en 1527 tomó el nombre de Giulio, nació en 1478 en Croacia; en 1516 estaba en Venecia y más tarde en Roma con el cardenal Grimani, por lo que, en 1528, minió el Evangeliario, ahora en la Biblioteca Marciana de Venecia (Ms.Lat.I. 103); fue también autor para el cardenal Farnese de Officium Virginis, con 26 páginas miniadas (Nueva York, Morgan Library, Ms.69); murió en Roma en 1578. Sobre él, que fue el miniaturista más célebre del siglo XVI, cfr. M. Cionini-Visani y G. Gamulin, Giorgio Giulio Clovio, Nueva York, 1980.

Cito desde la undécima edición de Las Vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos. Giorgio Vasari. 2021. Grandes Temas Cátedra. Edición de Luciano Bellosi y Aldo Rossi. Presentación de Giovanni Previtali. Coordinadora de la traducción Giovanna Gabriele. La responsable de la traducción del apartado correspondiente a Sebastiano Veneziano fue Scherezade Zaramella. pág. 178. Nota 49.